Entre el humor y la solemnidad y entre la más rigurosa disciplina y el espíritu más lúdico nació una sociedad cuyo único ánimo era la veneración del Ulises de James Joyce. Sus miembros crearon así la Orden del Finnegans (que toma su nombre de un pub de Dalkey y no de la joyceana y hermética obra homónima) con muy pocos mandamientos que cumplir pero con una manifiesta pulsión por la expulsión. Un lema, «Gracias. ¡Qué grandes estamos esta mañana!», que cierra el capítulo sexto del Ulises, adorna su insigne blasón. Sus egregios pero burlescos caballeros asisten cada 16 de junio a Dublín y añaden nuevos compromisos y preceptos. Lo hacen con la indisimulada esperanza de que alguno fracase y se pueda, por fi n, seguir la máxima de Brendan Behan según la cual el primer punto del día de toda organización republicana irlandesa es siempre la división. Uno de los decretos que perpetró la Orden el Bloomsday pasado fue la creación de este libro colectivo. A la vista está que no se cumplirán los deseos de destitución que, perversamente, albergan sus caballeros.
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